Salía de la biblioteca pensando en escribir sobre ellos y, justo hoy, he tenido unos cuantos.
Los hay de muchas clases: unos que te llaman la atención y te resultan curiosos, otros que te dejan indiferente. También están esos que tratas de evitar constantemente pero que, tarde o temprano, sabes que acabarán llegando, sólo esperas estar preparado para ello. Luego están esos encuentros que deseas pero que nunca llegan y que, cuanto más te los imagines y de todas las maneras posibles, no llegarán o llegarán cuando ya no tengan ningún valor.
Yo pienso que los más habituales son los que se dan con aquellas personas con las que no te apetecería encontrarte o esos que se dan en el momento menos indicado.
Por último, me quedan por mencionar aquellos que ocurren con tan poca frecuencia y que quizás por eso, son los que más nos gustan. Cuando te encuentras de repente con alguien a quien deseabas ver o con esa persona que aparece justo en el momento oportuno.
Y es que las casualidades son así, tan buenas como malas, supongo que todo depende de estar en el momento y en el lugar indicado.
Y yo me pregunto: entonces, ¿las casualidades dependen de la suerte o de nuestras decisiones para estar ahí en ese momento y lugar?
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